viernes, 9 de abril de 2010
jueves, 8 de abril de 2010
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Introducción
El ser humano como proceso natural siempre ha dejado rastros de su presencia en la tierra, evidencias que quedan y dan pistas sobre como vivieron y pensaron. En el caso de los cazadores-recolectores del paleolítico superior, sus composiciones abstractas de signos y símbolos, cuevas decoradas con figuras incompletas, dieron a entender parte de su cultura y su modo de vida. Esta escasa manifestación artística, deja conocer poco de la vida cultural de esta comunidad (ritos, creencias, tradiciones).
¿Qué es arte rupestre?
Se conoce como arte rupestre a los rastros de actividad humana o imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas.
En su paso por el mundo, el hombre ha dejado plasmadas en cuevas, piedras y paredes rocosas, innumerables representaciones de animales, plantas u objetos; escenas de la vida cotidiana, signos y figuraciones geométricas, etc., obras consideradas entre las más antiguas manifestaciones de su destreza y pensamiento. Antes del desarrollo de la escritura, las sociedades humanas posiblemente registraban ya, mediante la pintura y el grabado en roca, una gran parte de sus vivencias, pensamientos y creencias, expresadas de una manera muy sintética, estas manifestaciones son el reflejo de la capacidad intelectual de la humanidad para abstraer y representar su realidad.
Lo “rupestre” hace referencia al soporte en que se encuentra (del latín rupe: roca). Quizás sea más indicado el término manifestaciones rupestres, pues la palabra “arte” implica darle un sentido que no necesariamente coincide con el que le dieron sus ejecutores.
Descubrimiento del Arte Rupestre en Europa
Hasta mediados del siglo XIX en Europa, se habían encontrado en algunas cuevas, numerosos objetos “prehistóricos” elaborados en piedra o hueso con representaciones talladas de animales; pero no fue sino hasta 1879 cuando se descubrieron las primeras pinturas rupestres. Marcelino Sanz de Sautuola, junto con su pequeña hija María, hallaron en el techo de una cueva en Altamira (Santander, España), un excepcional conjunto de bisontes multicolores. A este hallazgo, que fue presentado ante la comunidad científica en 1880, se le negó en un principio su autenticidad, pues se consideraba que este tipo de representaciones no correspondían con la primitiva capacidad técnica y mental que, se creía, poseía la sociedad prehistórica. Sin embargo, este panorama cambiaría totalmente gracias a posteriores hallazgos de otros sitios rupestres en España y Francia. Uno de los principales detractores de Sautuola, el francés Cartailhac, terminó por aceptar el descubrimiento con la publicación de un artículo titulado Me a culpa de un escéptico. A partir de entonces, la comunidad científica no ha descansado en la búsqueda y el estudio de manifestaciones rupestres alrededor del mundo.
El descubrimiento del arte rupestre europeo, representó un gran avance en el estudio del pasado prehistórico, sin embargo, estas manifestaciones ya eran conocidas desde siglos atrás, y en muchas otras partes del mundo.
Si hay una aportación importante de los pueblos mesopotámicos a la Humanidad esa es, sin duda, la escritura, la gran creación de los sumerios.
Este gran invento surgió en torno al año 3300 a.C en Sumer, y más concretamente en la ciudad de Uruk.
El surgimiento de la escritura se debió principalmente a la necesidad de llevar un control de la contabilidad como consecuencia de la aparición y extensión del comercio.
El primer paso hacia la escritura, derivado de esas necesidades contables, fue la aparición de unas piezas pequeñas (“calculi”), ya a partir del año 6000 a.C., usadas para llevar un control de la contabilidad, aún muy arcaico.
Estas piezas fueron luego guardadas en una especie de esfera de arcilla para evitar que aquellas pequeñas piezas pudieran ser modificadas o alteradas. En el exterior de esas esferas (“bullae”) se comenzaron a realizar una especie de signos cuyo fin era el de transmitir un determinado mensaje. Esto ocurrió en torno al año 3300 a.C, durante el período de Uruk.
Entre el año 3300 y 3100 a.C. va a surgir ya la escritura propiamente dicha, en la ciudad de Uruk (más concretamente hay que hacer referencia al nivel Uruk IV). La escritura va a ir evolucionando a lo largo del tiempo pasando por diferentes fases.
En primer lugar hay que citar la escritura de tipo pictográfica, es decir, mediante dibujos que guardaban una relación bastante evidente con el elemento real que designaban. Esta sencillez no permitía que se pudieran expresar conceptos abstractos y más bien se refería a elementos materiales. Sin embargo, progresivamente se van a ir utilizando algunos signos para expresar determinados conceptos más abstractos como pronombres personales, aunque muchas veces se producían confusiones al usar un mismo signo para referirse a un objeto material y por otro lado, a un concepto de tipo abstracto. Poco a poco se van a ir creando algunos signos cuyo fin era el de aportar información sobre la palabra a modo de determinantes. Se colocaban al final o al principio de las palabras.
El segundo paso va a ser la escritura ideográfica, surgida en torno al año 2400 a.C. El paso de la anterior fase a esta nueva se debió principalmente a una cuestión de carácter técnico. Los signos pictográficos evolucionan hacia una gran esquematización, debido a que resultaba mucho más sencillo realizar trazos rectilíneos en lugar de los dibujos, más complejos en su ejecución en relación a los materiales de escritura sumerios.
Una tercera etapa es la de la escritura silabográfica, en la cual el signo va a pasar a hacer referencia a un sonido, apareciendo así un sistema fonético más definido. Los signos se despojan así de su contenido semántico y exista la necesidad de combinarlos para que tengan algún tipo de significado. Esto habría ocurrido en torno al año 2300 a.C.
Unos mil años después, sobre el 1400 a.C, la escritura se va a transformar en alfabético, cambio atestiguado en la Ugarit, en la costa de Siria.
La escritura sumeria es de tipo cuneiforme, nombre derivado de técnica utilizada para escribir. De esta forma, sobre las tablillas de arcilla, los escribas grababan con sus estiletes o punzones de caña los signos correspondientes, a base de pequeñas incisiones con forma de cuña. Esas hendiduras en forma de cuña se debían al corte en la punta de los instrumentos usados para escribir.
Los textos se leían, en un principio, de arriba abajo pero en torno al año 2800 a.C., comenzaron a leerse de izquierda a derecha. Esto sólo afectó a las tablillas de arcilla puesto que se trataba de evitar que los signos recién escritos sobre la arcilla húmeda se pudieran borrar. En los textos pétreos, no hubo tal cambio de sentido a la hora de escribir (de arriba abajo) pero se leían de derecha a izquierdo.
La Piedra Rosetta
La Piedra Rosetta, es una piedra gris rosácea de granito escrita en 3 tipos de inscripciones: jeroglífico, egipcio demótico y griego, la cual fue creada en el año 196 A.C., y descubierta por los franceses en el año 1799 de nuestra era. Gracias al griego se han podido descifrar los escritos jeroglíficos insertos en esta famosa piedra, lo que es un gran suerte para los estudiosos. La razón por la cual la Piedra Rosetta fue escrita con 3 tipos de inscripciones, era con el fin de que los sacerdotes, los oficiales de gobierno, y los dirigentes de Egipto pudieran leer lo que estaba dicho. El primer tipo de inscripción era el jeroglífico, el cual se usaba en documentos religiosos importantes. El segundo tipo era el egipcio demótico, el cual era el tipo de escritura común de Egipto. Finalmente el griego, era el idioma de los dirigentes del país en aquella época.
Ptolomeo V ascendió al trono de Egipto en un período turbulento de la historia de Egipto. Es en el año 196 A.C., en que para reestablecer la legitimidad del gobierno y crear un culto real, los sacerdotes de Ptolomeo dictaron una serie de decretos, los cuales fueron escritos en una serie de piedras a lo largo de todo Egipto, donde la Piedra Rosetta constituye una copia de los decretos dictados en la ciudad de Menfis.
Mucho más tarde, el 15 de julio del año 1799, el capitán francés Pierre François Bouchard es quien descubre la Piedra Rosetta en la ciudad portuaria egipcia de Rosetta (hoy en día dicha ciudad se conoce con el nombre de Rashid). Este descubrimiento lo realizó mientras se encontraba dirigiendo trabajos de construcción para el emplazamiento de un fuerte. Bouchard inmediatamente se dio cuenta de la importancia de la piedra, por lo que decide llevarla a el Instituto del Egipto (Institut de l'Egipte), lugar dedicado al estudio de la egiptología, el cual fue fundado por Napoleón en 1798. Sin embargo, en el año 1803, los franceses fueron derrotados por los ingleses, razón por la cual tuvieron que irse de Egipto dejando todas las pertenencias del instituto, lo que implicó que solo pudieran llevarse copias escritas de las inscripciones de la Piedra Rosetta. Es así como esta legendaria piedra fue llevada al Museo Británico, lugar donde es guardada desde el año 1802. Durante los años 1822 a 1824, el francés Jean François Champolion fue quien descifró los jeroglíficos inscritos. Este personaje podía leer tanto griego como cóptico, siendo capaz de trasladar los signos de la lengua egipcio demótica al copto, pudiendo finalmente descifrar los jeroglíficos.